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Historia de la Catedral.

 

El origen de nuestro templo Catedral estĆ” Ć­ntimamente vinculado a los avatares de la Reconquista del Reino de Murcia, realizada por el prĆ­ncipe Alfonso (futuro Rey Alfonso X, el Sabio) entre 1243 y 1245.

La Diócesis Cartaginense, desde la baja romanidad hasta mediados del siglo XIII, tuvo su sede en la ciudad de Cartagena de donde recibió, y aun conserva, su nombre. Tras la recuperación del Reino por parte de la Corona de Castilla se procedió a la reinstauración de la Diócesis en la vieja ciudad portuaria, para trasladarla años mÔs tarde a la ciudad de Murcia de forma oficial (1291), pues de hecho funcionaba como tal desde 1278.

 

En 1247 el Papa Inocencio IV (1242-1254) dirige una Bula al Rey Fernando III el Santo (1230-1252) invitÔndole a que reedifique la Iglesia Catedral, pero la fecha de la Bula parece señalar que se estÔ refiriendo a la vieja Catedral de Cartagena, ciudad que había sido reconquistada en 1244. El rey Sancho IV (1284-1295) se dedica con gran interés a ordenar la administración del Reino de Murcia y a definir las relaciones administrativas con su Iglesia. En 1285 concede al Cabildo de la Catedral murciana un privilegio para que use las mezquitas, y entre ellas la mayor. Privilegio que se hacía a semejanza del de Sevilla, y que es reiterado de nuevo en 1289. En carta plomada fechada el 26 de mayo de 1291, y tras la aprobación del Papa NicolÔs IV (1288-1292) por Bula de 1289, el rey don Sancho autoriza el traslado de la Sede episcopal de Cartagena a la ciudad de Murcia, pero con la expresa condición de conservar su antiguo nombre de Cartagena. Tanto Alfonso X como Sancho IV asignaron a la restaurada Diócesis un amplio territorio, que abarcaba parte de las actuales provincias de Alicante, Albacete, Granada y Almería. Según una constantes histórica de la Reconquista, cuando las tropas cristianas se instalaban en una ciudad de inmediato organizaban el culto y la liturgia cristianas sobre los lugares donde habían estado las mezquitas, por eso siempre se ha aceptado como vÔlida la suposición de que el templo dedicado a Santa María la Mayor de Murcia se ubicó sobre la Mezquita Mayor de la ciudad. Se ha afirmado, sin ningún dato documental ni prueba arqueológica alguna, que esta mezquita ocupaba lo que hoy son el claustro y plaza de Cadenas. Lo que sí consta documentalmente es que la mezquita fue consagrada al culto cristiano en el año 1266 por los obispos de Barcelona y Cartagena en presencia del rey aragonés Jaime I. Una vez consagrada al culto cristiano, la Mezquita Mayor sirvió, hasta 1320 aproximadamente, como Catedral dedicada a Santa María la Mayor, con las modificaciones e incorporaciones que se le fueron haciendo para adaptarla al nuevo culto.

A finales del siglo XIII, 1291, el rey Sancho IV comunica al cabildo de la Iglesia de Cartagena, en carta plomada, que le envía quinientos maderos, que se aprovecharÔn para hacer nuevas cubiertas en todo el templo, y en la misma carta se dice cómo el obispo y cabildo trabajan "tiempo ha" por mudar la Sede episcopal a la ciudad de Murcia. Es decir, el obispo y cabildo piden que, a la vez que se envía ayuda para la restauración de la mezquita se conceda también el traslado de derecho de la Sede a Murcia, pues de hecho ya lo estaba desde 1266. Sobre cual era el emplazamiento exacto de la mezquita es algo que aun estÔ por probar, pero según la referencia dada por el Fundamentum Ecclesiae Cartaginensis parece que estaba construida en la zona que hoy ocupa la plaza de la Cruz y el claustro, y en su patio delantero se construyó el actual templo cristiano. Lo primero que se construye de nuevo, hacia 1295, es la capilla de San Judas, cuyo emplazamiento venía a coincidir con la actual puerta de la Plaza de la Cruz por la parte de dentro hacia la torre actual, es decir, mÔs o menos donde estÔ la cabecera de la capilla del Obispo, o del Cristo del Consuelo. Esto es lo que deduce del texto de la permuta de la capilla de los Agüera: "por la necesidad de hacer una puerta a la Trapería, como para hacer la torre nueva". La mención de la construcción de esta capilla es interesante por ser el primer anexo que se hace a la desaparecida mezquita, y, por tanto, su situación marca uno de los cerramientos que se dio a la primitiva iglesia construida en el templo musulmÔn. Capilla, que con la torre medieval que se construyó encima, fue una parte del viejo templo gótico. Si a esto añadimos la secular tradición de recinto sagrado que ha tenido siempre la Plaza de la Cruz, cabe suponer que allí estuvo ubicado el Altar Mayor, levantado entre la arquería de la mezquita. De modo que la Mezquita tuvo la quibla hacia el Norte, mientras que el patio, ocupando la zona Sur, fue el espacio que hoy ocupa la Catedral. Así se entiende la permanencia de lugar de culto sagrado en lo que hoy es la Plaza de la Cruz, hasta que se construyó la cabecera del actual templo catedralicio.

El jurista murciano Jacobo de las leyes, que trabajaba el servicio del rey Alfonso X, fue un gran impulsor de la construcción del primitivo templo gótico, por lo que en 1295 se le concede a su viuda un sitio para su sepultura ubicado entre la Puerta de la Plaza de la Cruz y la Sacristía actuales, con la condición que la fÔbrica se hiciese de cantería y lo bastante resistente para construir sobre ella una torre-campanario. Torre que pervivió hasta que se comenzó a construir la actual en la segunda década del siglo XVI. Fue don Pedro de Peñaranda (1337-1351) el Obispo que adaptó de forma mÔs profunda la vieja mezquita hispano-musulmana, dejando parte de ella con destino a Claustro y otra parte para la antigua Catedral, que ocuparía lo que hoy es la Plaza de la Cruz. Dice Ponzo (Ms. f. 36) que a ese primer templo "se entraba por un arco muy grande que estÔ tras el banco que hay pintado a la puerta del actual vestuario. El coro estaba bajo la actual torre, y el Altar Mayor donde estÔ la Cruz de Piedra en medio de la Plaza, y la puerta principal a la Trapería". La cuestión de los orígenes del actual templo catedralicio es bastante compleja, pues existen tres fechas distintas documentadas correspondientes al comienzo de las obras: 1345, 1385 y 1394; pero dado que se trata de copias posteriores y no de originales es fÔcil suponer la confusión de tales fechas en su lectura. Por tanto, podemos concluir que en 1345 se inicia la primera iglesia, con arcos apuntados entre su nave y sus capillas.

Hacia 1360 se piensa que el templo proyectado es demasiado pequeño, por lo que se plantea una nueva solución global, incluyendo claustro e iglesia, que, mÔs o menos alterada, es la que ha llegado hasta nuestros días. En 1385 se inicia la cimentación, en 1388, o en 1394, según la opinión mÔs admitida, el día 22 de enero, se pone la primera piedra, siendo obispo Don Fernando de Pedrosa (1384-1402), y se concluye la obra en 1465, durante el obispado de Don Lope de Rivas (1463-1474), que hizo el traslado del Santísimo Sacramento el 24 de enero de 1465, y dedicó el templo construido en Murcia, por concesión del Papa Paulo II (1464-1471) a catedral de la Diócesis de Cartagena. Es, pues, en la fecha de 24 de enero cuando quedó fijada la Fiesta de la Dedicación de la Catedral, destinÔndose la capilla de la Visitación como el lugar donde debían celebrarse los aniversarios. En realidad, con esta data, 22 de enero, se conmemoraba el comienzo de las obras de la Catedral en 1394 y, ya terminadas, su consagración y dedicación.

Por tanto, el tiempo que duró la ejecución de las obras de la Catedral fue de 75 años. En 1398 llegan a Murcia varios canteros para incorporarse a las obras de la Catedral, ya en plena actividad. Las primeras capillas en concluirse fueron las de la cabecera, porque ya en 1402 era enterrado el obispo Pedrosa "in capella quam in capite" nos dice el Fundamentum (f. 24). Pero el crecimiento de las obras era rÔpido, pues en 1406 hay ya una capilla completamente terminada (que serÔ la que en 1467 se cede a Diego Rodríguez de Almela), y en 1410 se hace el primer retablo. En 1413 debían estar cubiertas las bóvedas de la nave central, al menos hasta la altura del coro, para las que el ayuntamiento colaboró con 200 florines de oro, que se entregaron al obrero mayo, pero señalando que deseaban que "quedara remembranza para siempre cómo la çibdat avia fecho ayuda" (A.M. AA. CC. de 4 de marzo de 1413).

Para incrementar los ingresos con destino a las obras de la fÔbrica se impuso el pago del catedrÔtico y de las pilas, o quintas casas, mÔs las penas pecuniarias con que sancionaba la jurisdicción eclesiÔstica determinados delitos. Por el año de 1428 encontramos al maestro mayor de las obras, Sancho FernÔndez de Villalobos, gobernando un amplio equipo de trabajadores que terminaban las bóvedas del coro, los pies de la iglesia, algunas capillas laterales, la terminación de la fachada y el pasadizo del Obispo BedÔn (1415-1442). Entre 1420 y 1435 se fundan varias capillas privadas, casi todas de Patronato. Entre 1448 y 1490 se construyen los brazos del crucero y sus portadas, bajo la dirección del maestro mayor Diego SÔnchez de AlmazÔn. Es en estos años cuando el obispo Comontes (1442-1462) escribe su Fundamentum Ecclesiae Cartaginensis, con la intención, ademÔs de otras muy importantes, de regular las distribuciones diezmales, resolver ciertos conflictos en el cobro de las tercias reales y organizar los donadíos de Alguazas y Alcantarilla, que por entonces se parten mitad por mitad entre el Obispo y Cabildo, y a cuyos vecinos vemos trabajando en las obras de la Catedral.

Al obispo Don Lope de Rivas, confesor de la reina Doña Juana de Portugal, esposa de Enrique IV de Castilla (1454-1474), se debe la implantanción del mencionado impuesto de las pilas, o quintas casas diezmales, para las obras del Templo Catedral, que coincide con la construcción de la fachada de poniente y la ampliación de la plaza que quedaba entre el desaparecido palacio de los obispos y los pies del templo catedralicio. Cuando en 1465 el templo estaba terminado en lo principal "institutum fuit festum dedicationis", es cuando, como hemos dicho, se instituye la Fiesta de la Dedicación, a celebrar en la capilla de la Visitación el día 24 de enero. En la girola, cuyas capillas fueron las primeramente construidas, surge la primera modificación constructiva hacia 1490, con la iniciación de las obras de la Capilla de los Vélez. Sabemos que desde 1480 los Chacón ya tenían capilla en la girola de la Catedral, donde una década después Don Pedro Fajardo, casado con la hija del Adelantado de Murcia, iniciaba la actual capilla funeraria, inspirada en la que el Condestable de Castilla se había mandado hacer en Burgos. Fue concluida el 15 de octubre del año 1507. Entre ambas capillas, ésta y la de Burgos, hay numerosos elementos comunes: planta central poligonal, cubierta con cúpula estrellada, utilización de escudos con lambrequines como elementos ornamentales, presencia de salvajes tenentes y presencia de la cadena, relacionada simbólicamente con el poder del Adelantado. La decoración interna de la capilla se conforma con entrelazos vegetales, paños de hojarasca y un remate almenado con torreones. La capilla, sin embrago, permanece como obra anónima.

De las tres portadas de la Catedral, la de los Apóstoles, en la parte derecha del transepto, es la mÔs antigua. Las obras comienzan hacia 1465, siendo maestro mayor Diego SÔnchez de AlmazÔn. Su estructura responde a un tipo relativamente frecuente en el Ôrea levantina, con precedentes muy cercanos en la Catedral de Valencia. Su estilema es muy amplio, como corresponde a este tipo de obras del llamado gótico horizontal. Tuvo un parteluz medieval, que fue desmontado a finales del siglo XVIII. En el lado izquierdo del transepto se encuentra la portada de la Cruz. Para su construcción hubo que demoler la vieja fachada gótica y se planteó la construcción del cuerpo bajo de la actual fachada. Las obras comienzan hacia 1512, se conforman con un gran arco abocinado, y finalizan hacia 1515. A finales del siglo XVIII José López introduce en ella varias modificaciones, añadiendo la peineta o espadaña que la corona.

La portada principal. Se encuentra enmarcada en la gran facha barroca. La historia de este gran imafronte se inicia con la demolición de la fachada renacentista y la llegada a Murcia de Jaime Bort, maestro mayor de Arquitectura de la ciudad de Cuenca, que en febrero de 1737 firmaba con el Obispo y Cabildo de la Catedral de la ciudad de Murcia el contrato de obligaciones y condiciones para su construcción. Tras varias peripecias y la marcha de Jaime Bort a la Corte, sustituido aquí por otros maestros arquitectos, la obra es terminada en 1751. Con su ornamentación escultórica, las columnas y los abundantes relieves, la fachada se asemeja a un incomparable y monumental retablo barroco.

Resumiendo: Arquitectónicamente se trata de un templo de cruz latina, que se conforma con tres naves y capillas laterales construidas entre los contrafuertes de los arbotantes, mÔs una serie de edificaciones anejas, añadidas en etapas sucesivas, especialmente abundantes en el lado de la epístola. El templo comienza a construirse en el siglo XIV, en estilo gótico horizontal muy conservador en su estructura portante. El número de tramos desde le crucero a los pies es de cinco, de los que tres estÔn ocupados en la nave central por el coro (y el órgano), que se ubica en la posición tradicional de las catedrales españolas, es decir, a partir del tramo siguiente a los pilares torales del crucero. El número de capillas laterales es de cinco a cada lado, aunque fueron sólo cuatro hasta el siglo XVI, que es cuando se amplía la longitud de las naves con un módulo mÔs en los pies, a fin de crear un espacio mayor entre el trascoro y la fachada en que hoy se levanta la portada barroca.
La girola se organiza en diez módulos y su cubrición se hace en bóvedas trapeciales de nervadura, una por cada módulo. También la nave central se cubre con bóvedas nervadas sobre arcos torales poco apuntados, excepto las bóvedas del crucero y capilla mayor que son estrelladas. De todas las capillas de la girola las dos mÔs importantes son la de los Vélez y la de San Antonio o del Corpus.
Formando parte del conjunto catedralicio sobresale con caracteres propios la torre. Antes de construir la actual, y casi en el mismo emplazamiento, hubo otra torre medieval que se había levantado sobre la capilla concedida a finales del siglo XIII a la viuda de Jacobo de las Leyes. Las obras de la nueva torre, como dice la cartela que figura en el cuerpo bajo, comenzaron el 18 de octubre de 1521, fecha en que se pone solemnemente la primera piedra, si bien ya se venía trabajando en ella desde 1519 bajo la dirección del maestro italiano Francesco Fiorentino, cuya presencia en la ciudad se encuentra documentada desde el 7 de junio del dicho año hasta el 15 de marzo de 1522, en que es sustituido por su hermano Jacopo, y muerto éste inesperadamente en enero de 1526, se pone al frente de la obra el maestro Alonso Quijano.

Los órdenes arquitectónicos de la torre se comportan en cada planta como órdenes gigantes articulares en cuyos vanos se vertebran otros órdenes menores. El primer cuerpo fue construido por los hermanos Florentino, en ella se aloja la SacristĆ­a Mayor. El segundo cuerpo, enormemente desmesurado en altura, se debe al maestro Quijano, que ornamenta con bucrĆ”neos los pedestales de las pilastras coronadas de capiteles jónicos con collarino de tipo florentino, en este se aloja el Archivo Catedralicio, que en la actualidad se estĆ” trabajando en la catalogación y labores de archivista y documentación pues este sufrió varios incendios e inundaciones en la Guerra Civil y desde entonces esta sin tocar. Parece que, aĆŗn despuĆ©s de muerto Quijano, las obras continĆŗan durante el siglo XVI, hasta que un desplome parcial alarma al Cabildo y Ć©stas quedan paralizadas hasta el siglo XVIII. DespuĆ©s de varios intentos fallidos para reanudar las interrumpidas obras, se inicia el tercer cuerpo de la torre hacia 1765, en el que se expondrĆ” la exposición de los Libros Corales, con un nuevo proyecto dirigido por JosĆ© López, al igual que los cuerpos superiores retranqueados, correspondientes al nĆŗcleo del campanario, incluyendo la balaustrada y los cuatro conjuratorios, que posiblemente estuviesen ya previstos en el viejo dibujo del seiscientos. En 1771 se colocan los cuatro santos de los conjuratorios, tallados dos por el imaginero Francisco Elvira y los otros dos por SebastiĆ”n Navarro, que ya habĆ­a trabajado como tallista en la imafronte barroca

En 1785 se construyen y embaldosan las rampas de acceso en el interior de la torre entre dos gruesos muros paralelos, y se crean distintas dependencias cubiertas siempre con bóvedas: una en el primer cuerpo, sobre la Sacristía mayor, gallonada de tradición florentina, a la que se accede a través de un cuerno de vaca desde la Antesacristía, cubierta con bóveda de capazo. El segundo cuerpo cuenta con otro espacio cuadrado, en el que hoy se ubica el archivo capitular, cerrado con una importante bóveda vaida de sillería con nervaduras clÔsicas formando cuadrados recambiados, que recuerda mucho las bóvedas de Andrés de Vandevira. Finalmente, en el tercer cuerpo se incluyen dos nuevos espacios, cubiertos ambos con bóvedas vaidas de tabiquería lisa, en las que los únicos elementos resaltables son los cuatro arcos formeros de arranque de cada una de ellas. Realizado el último callejón de la torre, quedaba por definir el remate terminal. El encargado de hacerlo fue Ventura Rodríguez, de la recién creada Academia de San Fernando, que hizo el diseño de la cúpula apuntada y linterna de la coronación. Importancia singular tiene la Sacristía mayor, construida paralelamente al primer cuerpo de la torre, dentro del cual estÔ incluida. Por la inscripción interior sabemos que fue concluida el 15 de noviembre de 1525, cubriéndose con una hermosa bóveda vaida mixta, provista en su centro de un casquete gallonado que se bordea con una guirnalda frutal. Las capillas y hornacinas que se fueron colocando en machones y muros del templo fueron casi todas de patronato; desde muy pronto existió la costumbre que el Cabildo las vendiese construidas, cubiertas y pavimentadas, siendo el adjudicatario el encargado de dotarlas de altar, retablo, rejas de hierro o madera, ornamentos y todo lo necesario para el culto, así como el mantenerlas y conservarlas a sus expensas, junto con las capellanías creadas para su servicio. Esta costumbre se mantuvo hasta muy avanzado el siglo XVIII, cuando el Cabildo, viendo que muchas estaban desatendidas, acuerda reclamar a sus patronos cuÔles eran sus obligaciones, y en todo caso dejarlas.

La capilla mÔs antigua de que hay constancia documental es la que en 1295 se concedió a Jacobo de las Leyes, que sirvió de basamento a la antigua torre medieval, y se puso bajo la advocación de los Santos Apóstoles Simón y Judas. Se suprimió en 1515, cuando se demolí la torre gótica para construir la portada de la Cruz y la torre renacentista. A cambio se le dio a sus descendientes, los Agüera, una nueva capilla situada en lo que hoy es la Puerta del Pozo, para abrir la cual se compensó a la familia con otra situada dentro de la capilla del Corpus (hoy de San Antonio), al lado izquierdo, para la que Jerónimo Quijano hizo el retablo arquitectónico que alberga el grupo escultórico de la Encarnación, las tallas y el sarcófago que guarda los restos de Jacobo de las Leyes.

En 1388 el obispo Pedrosa funda la capilla de San Jerónimo o del Corpus (actualmente de San Antonio), donde fue enterrado en 1402, y que también se llamó de la Cena, por haber en ella un cuadro con este motivo pictórico. Perteneció después al marqués de Carrión, descendiente de Don Juan Manuel, para pasar a fines del siglo XV al Cabildo, que instala en ella el carnero de los canónigos y los servicios de la parroquia. De singular belleza es, junto a la capilla de los Vélez, la de Junterones, construida hacia 1541 sobre una anterior capilla gótica, por mandato del Arcediano de Lorca Don Gil Rodríguez Junterón, según un proyecto de Jacopo Torni, siguiendo un esquema arquitectónico de eje central, en arco de triunfo, de arquivoltas anchas. Tras un primer recinto cuadrangular, rematado por una cornisa con dos grandes conchas decorativas, y una balaustrada de mÔrmol, se accede al presbiterio, de planta oblonga, cubierto por un cimborrio sobre cuatro pechinas y coronado por una linterna con huecos circulares. Sobre el altar de la capilla se alza un relieve con el Nacimiento y Adoración de los Pastores, traído de Roma; destacan en la decoración de la capilla las figuras de las Sibilas: representaciones simbólicas que personifican las revelaciones sobre la venida de Cristo hechas por personajes antiguos no bíblicos, originarios de distintos países del mundo: estas esculturas fueron ejecutadas en el siglo XVII. MÔs tarde se le añadieron, por el exterior, la sacristía a poniente y la capilla de la Cofradía de Ánimas por el oriente.

La capilla mayor. Se debe fechar antes del año 1412, en tiempos del Obispo Don Pablo de Santa María (1402-1415), puesto que la construcción del templo se inició por la cabecera y la girola. Se cubre con bóvedas nervadas y estÔ separada de la nave central por una espléndida reja gótica ejecutada por Antón de Viveros a finales del siglo XV. El retablo actual, neogótico, es obra de Pescador, realizado a finales del siglo pasado tras el incendio en 1854 del anterior retablo renacentista, que a su vez sustituyó al primer retablo gótico. Las puertas laterales fueron mandadas hacer por el Obispo Don Antonio de Trejo en 1623. En el lado del Evangelio se conservan en una urna las entrañas de Alfonso X el Sabio, mandadas a Murcia el 5 de agosto de 1525 por el emperador Carlos I. En 1592 el rey Felipe II envió algunas reliquias, que fueron ampliadas en el siglo XVIII con las de San Fulgencio y Santos de Cartagena. Cabe destacar también las lÔmparas y el frontal de altar, todo ello de plata. Otras capillas son: la del Trascoro, o de la Purísima Concepción, mandada construir por el Obispo Trejo en 1620; se asemeja a un gran retablo de mÔrmol, cuya cornisa fue demolida a mediados del siglo XIX para instalar el órgano de Merklin. Frente a esta capilla, la contraportada nos muestra interesantes relieves, como el de la Presentación de Nuestra Señora, medallones que adornan las pechinas de la cúpula, buenas pinturas (la Anunciación y los sueños de San José), y una serie de esculturas: San Ambrosio, San Gregorio, San Jerónimo y San Agustín en las hornacinas de los flancos de la puertas laterales, y la Virgen del Rosario, San Francisco de Borja, Santa Lucía y Santa BÔrbara en las hornacinas de la parte inferior.

A continuación de la contraportada, por el lado de la epístola, encontramos las capillas de la Transfiguración, o de los VerÔstegui, obra de Jerónimo Quijano en 1544. La del Santo Cristo del Milagro, con cuadro del titular y un retablo neoclÔsico. Capilla antiguamente llamada de la Catedral, o de la Cena, hoy con un moderno retablo ocupado por la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Capilla de Junterón, ya descrita; capilla de San José, con una discreta imagen del Santo, en tiempos anteriores llamada de la Sagrada Familia y de San NicolÔs. Pasado el transepto, ya en la Girola, capilla de San Juan Nepomuceno, con un altar-hornacina de poco valor y la imagen del Santo. Capilla de San Dionisio (Saint Denis, arzobispo de París), fundada hacia 1370 por el Arcediano de Lorca Jean de Bondreville, francés protegido del Papa aviñonés Clemente VII, cuyo escudo de armas se encuentra en la intersección de las nervaduras de las bóvedas, capilla amplia, de dos cuerpos, llamada tradicionalmente de los medioracioneros. Capilla del Santo Cristo de la Misericordia, antes llamada de la Trinidad, fundada en 1430 por Diego Riquelme, recientemente restaurada, guarda un Cristo atribuido a NicolÔs Salzillo. Pasadas las capillas de los Vélez y de San Antonio, ya referidas, todavía en la Girola hacia el lado del Evangelio, encontramos las capillas del Socorro, actualmente en restauración. La de Comontes, hoy dedicada a la Virgen del Pilar. Pasada la Puerta del Pozo, capilla de Santa María Magdalena de Pacis, con un lienzo que representa a la Santa Carmelita, fundada en 1419 por el DeÔn Don Francisco de Mata. Después de la Sacristía, terminando la Girola, capilla de San Andrés, fundada en 1430, con un cuadro del Santo pintado por Dupart. En el brazo izquierdo del crucero, capilla de San Bartolomé, fundación del canónigo Bartolomé Navarro en 1485, la pintura del Santo Apóstol es una copia de Ribera. Oratorio del Obispo, convertido posteriormente, en 1818, en capilla donde se venera el Cristo del Consuelo, pintura de Senén Vila. Frente a la capilla de San Bartolomé, una hornacina con la imagen pintada de la Virgen de la Leche, atribuida a Pablo de Santo Leocadio, posiblemente de 1382. Junto a ella una gigantesca pintura de San Cristóbal, pintada por Lorenzo Vila. Siguiendo la nave del Evangelio, capilla de la Soledad, antes de San Vicente, construida hacia 1492 para el Arcediano de Lorca Juan de Villagónez. Capilla del Nazareno, antigua de la Visitación, en la que se instituyó la fiesta de la Dedicación de la Catedral, y en la que n 1775 se colocó la imagen del Cristo Nazareno, que se veneraba en la claustra. Capilla del Beato Andrés Ibernón, fundada en 1440 bajo la advocación de los Santos Reyes y San Calixto. Capilla de San Fernando, también conocida como capilla de los Calvillos al ser fundada por el regidor de Murcia Pedro Calvillo en 1447, en el siglo XVII se instala en ella la imagen del Rey Santo. Finalmente, capilla del Socorro, que es la bautismal, con un interesante retablo e imagen de la Virgen y el Niño, todo en mÔrmol, del escultor lombardo Juan de Lugano. Hacemos relación, para terminar, de unas pequeñas capillas, de escasa altura, situadas en los muros góticos que cierran el coro por ambos lados, enmarcadas en arcos conopiales con cardinas que rematan en un florón, y flanqueda la entrada por haces de columnas e imÔgenes en piedra sobre ménsulas y cobijadas por doseletes rematados en pinÔculos afiligranados.

Comenzando por el lado del Evangelio la primera es la de San Francisco de Asís, con un lienzo que representa al Santo. A continuación la de San Jorge, fundada en 1507 para enterramiento de familias nobles y reformada en 1803 para utilizarla como puerta de acceso al coro. La tercera es la de Santa BÔrbara, llamada antes de la Sagrada Familia, con un lienzo pintado de la Santa, y el sepulcro del Obispo Trejo. Por el lado de la Epístola, en primer lugar estÔ la capilla de San Camilo de Lelis, del siglo XV, con un cuadro del Santo, del siglo XVIII. Sigue la de San Gregorio, de comienzos del siglo XVI, perteneciente al canónigo Macías Coque, también utilizada en el siglo XIX para otra puerta de acceso al coro; junto a la reja de esta capilla hay un cuadro de Nuestra Señora del Patrocinio, copia de otro de Corregio. Finalmente, capilla de San Ignacio de Loyola, con un cuadro del titular en éxtasis y una urna sepulcral que guarda los restos del arcediano de Lorca, Don Antonio de Roda, fundador de la capilla en 1492. Omitido todo lo referente a escultura, pintura y orfebrería, sobre lo cual hay un buen catÔlogo en el Museo catedralicio, terminamos esta somera descripción de la Catedral de Santa María, el primer templo diocesano y cÔtedra del Obispo de Cartagena-Murcia, haciendo referencia a las tres puertas de la fachada principal correspondientes a las tres naves que estructuran el templo catedralicio: la central, llamada del Perdón, encima de la cual hay una hornacina con un grupo escultórico de la Virgen María entre los ArcÔngeles San Gabriel y San Rafael, y las laterales: una, la del lado norte, o del Obispo, con la escultura de San Juan sobre ella, y otra, la del lado sur, o del cabildo municipal, con la escultura de San José sobre ella. Esta segunda serÔ la utilizada como puerta jubilar en el Jubileo que celebramos el año 2000.

                                                                                                                                                                            

Lope Pascual MartĆ­nez

Canónigo Archivero de la Santa Iglesia Catedral
de la Diócesis de Cartagena y CatedrÔtico de la
Universidad de Murcia.

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